No importa si te gusta o no, de repente, te sorprendes cantando esa canción. Lo peor del caso es que, al menos en la mayoría de los casos, es siempre el mismo pedazo.
¿Por qué sucede? Tiene que ver con nuestro laboradicto cerebro, para ser más exactos, con la corteza auditiva. Escuchamos la canción pegajosa del momento, empieza a trabajar el cerebro y quiere repetirla, como no nos la sabemos completa, empezamos a repetir para llenar los espacios que nos faltan para completar la canción.