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Cuando el experimento lo hacen con sus propios hijos

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¿Recuerdan el articulo que anteriormente publicamos sobre los médicos que experimentaron en su propio cuerpo? Algunos experimentaron con sus propios cuerpos poniendo en peligro su propia vida tal como el extraño caso de un médico que se ahorcaba haciendo un estudio sobre el suicidio. Todo en nombre de la ciencia. Ahora hablaremos de algunos que hicieron experimentos en sus propios hijos.

El psicólogo Winthrop Niles Kellogg, decidió utilizar a su pequeño hijo de 10 meses, Donald, en un experimento junto a una chimpacés de siete meses que adoptó, durante meses el niño y el mono convivieron como si fueran hermanos, compartieron los cubiertos, ropa y hasta el baño. Pero el científico comenzó a notar que no estaba resultando como el que esperaba, pues en vez de que el niño le enseñara al mono, era éste quien le enseñaba al niño, pues Donald hasta aprendió a emitir ladridos, a lamer la comida del sueño y las travesuras propias del mono.

Ahora bien, este no es un caso aislado, muchos doctores realizan experimentos con sus hijos. Tenemos el caso reciente de Pawan Sinha, profesor del Instituto Tecnológico de Massachussets que una vez que nació el bebé dijo estar deseoso de estudiarlo y experimentar con él.

Otra doctora por nombre Deborah Linebarger, psicóloga de Pennsylvania dijo: “Necesitas sujetos, y no son fáciles de obtener”, y que facil es haberse encontrado con sus cuatro hijos que los ha utilizado para estudiar los efectos de los medios de comunicación en los niños. Como ella, otros científicos siguen utilizando a sus propios hijos como un medio cómodo para obtener sujetos experimentales.

Otro caso curioso es el de Arthur Toga, un profesor de neurología de la Universidad de California que escaneó los cerebros de sus tres hijos con resonancia magnética para avanzar en sus estudios neurológicos. También Stephen M. Camarata, un médico de Vanderbilt que ha implicado a sus siete hijos en sus estudios sobre el aprendizaje, y el de Deb Roy, también de M.I.T. quien ha colocado 11 cámaras y 14 micrófonos en su propia casa para grabar todos y cada uno de los movimientos de su hijo durante sus primeros tres años de vida.

Hubo algunos tan extremos y peligrosos como Jonas Salk, que inyectó la vacuna de la polio a su propio hijo, o como el psicólogo Clarence Leuba quien, para investigar sobre las reacciones innatas, le hacía cosquillas con una máscara para ocultar la expresión.

En este Planeta Curioso hay uno que otro doctor ‘chiflado’ (loco), que hasta peligroso puede ser con el único fin que tienen de experimentar y conseguir un resultado. ¿Y que van a hacer entonces? ¿Experimentar en su propio cuerpo? ¿Usar a sus hijos para experimentar? ¿Experimentar en ratas o animales? No se nos halla, ya no sabe uno ni qué. 😀

Fuente: New York Times, Fogonazos.blogspot.com