Frederick Hoelzel fue un hombre que pasó gran parte de su vida haciendo experimentos con su propio cuerpo, seguía de cerca el aparato digestivo a fin de saber cuanto tardaban algunas cosas en hacer digestión, de modo que se hizo un lugar en la ciencia, a costa de su salud, un miembro más del club de gente rara.
En su adolescencia, adoptó un extraño método de pérdida de peso. Contuvo su apetito por el consumo de alimentos sustitutos sin calorías como mazorcas de maíz, aserrín, corcho, plumas, amianto o asbesto, rayón, y tallos de plátano. Su comida favorita era algodón en pequeños trozos, que se convirtieron en su dieta diaria.
Durante la década de 1920, mientras trabajaba como investigador en la Universidad de Chicago, Hoelzel, se dieron cuenta del talento que tenía para comer cosas raras, así que le decían, “¿quieres comer esto?”, así podían medir la rapidez con que pasaban las cosas a través de sus intestinos.
Leer más